Las cenizas de Welles ha publicado una reseña de mi obra, Memorias de un joven de aldea.
La mirada de un niño que vive en una aldea, en un mundo de adultos con sus descubrimientos, inseguridades e interrogantes, las palabras de un avo (como se dice en gallego) que de forma simple, alecciona a su “neto” sobre el horizonte y su amplia perspectiva a pesar de lo minúsculo (desde un punto de vista poblacional, claro) del espacio que cohabitan y respiran. Situaciones simples, que sin embargo, cobran intensidad y se convierten en pura reflexión…
Todo eso y mucho más es lo que vas a encontrar en este libro que es un homenaje a Galicia, a su idioma (ya que a pesar de tener dos versiones, la original es en la lengua propia de la comunidad) a sus usos y costumbres populares, a su cultura aldeana y de vecindario, a sus creencias y su influjo en la magia, a su paisaje, a su mar, a sus veredas y caminos. Y un homenaje, al mismo tiempo, a la tierra que a todos nos ve abrir los ojos algún día y que en la mayoría de las ocasiones, forma parte de nuestros primeros recuerdos de infancia e incluso de juventud. Porque a pesar de lo arraigado de los sucesos que se narran, de la mirada fija y profunda “na terra das meigas” hay, o al menos yo he podido atisbar, un sentimiento común de pertenencia a cualquier parte, de imán que te atrapa y te atrae al lugar aquel en el que en su momento, descubriste cosas, te diste de bruces con lo bueno y lo malo de la vida y fuiste feliz…
Pero además, es un homenaje a los abuelos, a sus consejos y experiencias, a la niñez, a las personas que forjaron nuestro carácter y primeros pasos y cómo no, sobre todo, una mirada nostálgica al pasado, a aquel pasado perenne y perpetuo que a veces se atora en la garganta porque aunque quisiéramos, desgraciadamente, ya no podría volver. Porque aunque lo diéramos todo, el mundo nunca va a ir hacia atrás y dar la vuelta y lo único que nos van a quedar para siempre entonces, son las vivencias encarnadas en la piel, que a veces ya ni siquiera dejan sitio en la memoria.
Y es en ese entonces cuando se produce una contradicción, pues hay algo mágico, misterioso y casi podríamos decir que mesiánico (que nos salva y nos da alas, me refiero), en unos recuerdos que se convierten en el comienzo y al mismo tiempo, en lo único o más importante de la vida. Pero sin embargo y muy probablemente, nuestro mundo ha sido otra cosa, mucho más y quizás mejor, tras salir de la tierra que nos vio llorar y reír por primera vez. Y al convertirnos en el abuelo que admiramos queremos volver a ser el nieto que fuimos y que, embelesado, era testigo de situaciones que no entendía pero que le fascinaban. Una contracción, como digo, que en sí misma, es el germen de lo humano, volver a la inocencia después de una madurez en constante avance.
Escrito de una manera muy sencilla, sin estridencias, con una ortografía y una estructura impoluta y apenas 107 páginas, el libro que nos regala en esta ocasión Manuel Antón Mosteiro García se lee en un momento, casi se podría decir que se bebe. Mención aparte merecen, por cierto, las magníficas ilustraciones que preceden a cada capítulo y que son obra del Dr. José Barbadilla. Unos dibujos al carboncillo que se convierten en una presentación con mayúsculas.
Sumérgete en un libro que es un homenaje claro y certero a todas las islas que, de forma continua, habitan dentro de nosotros, buscando sin descanso el tesoro dejado por nuestra infancia. UNHA HOMENAXE A GALIZA QUE É UNHA HOMENAXE A TODOS OS POBOS DO MUNDO…